- St Mark's Van Nuys
Cuando las cámaras se vayan, seguiremos aquí
Cuando las cámaras se vayan, seguiremos aquí... Declaración a la Iglesia del Obispo Presidente Michael Curry
[3 de junio de 2020] "Nuestro compromiso de largo plazo con la justicia y la reconciliación racial está incrustado en nuestra identidad como seguidores bautizados de Jesús. Seguiremos haciéndolo cuando las cámaras de las noticias se hayan ido". En medio del COVID-19 y la olla a presión de una sociedad en crisis, un hombre de Minnesota llamado George Floyd fue brutalmente asesinado. Su dignidad humana fundamental fue despojada por alguien encargado de proteger nuestra humanidad común. Tal vez el dolor más profundo es el hecho de que este no es un incidente aislado. Le pasó a Breonna Taylor el 13 de marzo en Kentucky. Le pasó a Ahmaud Arbery el 23 de febrero en Georgia. Este tipo de terror racial ocurrió cuando era un adolescente de raza negra viviendo en Buffalo, Nueva York. Se remonta al linchamiento de Emmett Till en 1955 y mucho antes de eso. No es sólo nuestro presente o nuestra historia. Es parte del tejido de la vida americana. Pero no necesitamos estar paralizados por nuestro pasado o nuestro presente. No somos esclavos del destino, sino gente de fe. Nuestro compromiso a largo plazo con la justicia y la reconciliación racial está incrustado en nuestra identidad como seguidores bautizados de Jesús. Seguiremos haciéndolo cuando las cámaras de las noticias se hayan ido. Ese trabajo de reconciliación y justicia racial - lo que conocemos como "Convertirse en una Comunidad de Amor" – se está llevando a cabo en toda nuestra Iglesia Episcopal. Se está dando en Minnesota y en las Diócesis de Kentucky, y de Atlanta, Georgia, por todo Estados Unidos y el mundo. Esa misión revierte ahora más importancia que nunca, y es un trabajo que nos corresponde a todos. Debe continuar cuando la violencia racial y la brutalidad policial ya no sean noticia de primera plana. Debe continuar cuando esa labor ya no esté de moda, cuando el camino parezca difícil y nos sintamos completamente solos. Es la difícil tarea de tomar la cruz de Jesús como Simón de Cirene y cargarla hasta que nadie - no importa su color, no importa su clase, no importa su casta - hasta que ningún hijo de Dios sea degradado e irrespetado por otra persona. Ése es el sueño de Dios, ésta es nuestra tarea y no pararemos hasta que el sueño de Dios se haga realidad. ¿Es esto desesperadamente ingenuo? No, la visión del sueño de Dios no es una utopía idealista. Es nuestra única esperanza real. San Pablo dice "la esperanza no nos decepciona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo" (Romanos 5:5). El verdadero amor es el compromiso tenaz de vivir mi vida de la manera más desinteresada, incluso sacrificada; de amar a Dios, amar al prójimo, amar la tierra y amarme verdaderamente. Tal vez lo más difícil en tiempos como estos es amar a mi enemigo. Por eso no podemos aprobar la violencia. La violencia contra cualquier persona, llevada a cabo por algunos policías o por algunos manifestantes, es violencia contra un hijo de Dios creado a imagen de Dios. Como seguidores de Cristo, no toleramos la violencia. Tampoco toleramos el silencio colectivo y cómplice de nuestra nación frente a la injusticia y la muerte violenta. La ira de muchos en nuestras calles nace de la frustración acumulada cuando parece importarle a muy pocos que otra vida negra, marrón o nativa se apague. Pero hay otra manera. En la parábola del Buen Samaritano, un hombre destruido yacía a un lado del camino. Los líderes religiosos que pasaban a su lado mostraban mucha indiferencia. Sólo el Samaritano vio al extraño herido e hizo algo al respecto. Le brindó atención médica y vivienda. Dio de si para el bienestar de este extraño. Ayudó y sanó a su prójimo, un hijo de Dios. El amor, como enseña Jesús, es una acción como la del samaritano y es también una actitud. Busca el bien, el bienestar y la prosperidad de los demás y de uno mismo. El camino del verdadero amor es el único camino que hay. Adjunto a esta declaración encontrarán una tarjeta que indica las formas de practicar El Camino del Amor en medio de la pandemia, la incertidumbre y la pérdida. Además, encontrarán en línea un conjunto de recursos para ayudar a los episcopales a APRENDER, ORAR Y ACTUAR en respuesta a la violencia racial y la brutalidad policial. Ese conjunto de recursos incluye herramientas religiosas para escuchar y aprender de las comunidades que con demasiada frecuencia son ignoradas o suprimidas, para incorporar la visión de justicia de Dios en la vida de oración personal y comunitaria, y para participar de manera positiva y constructiva en la representación activa, defensoría y el testimonio público. Abrir y cambiar los corazones no sucede de la noche a la mañana. La carrera cristiana no es una caminata, es un maratón. Nuestras oraciones y nuestro trabajo por la justicia, la sanación y la verdad deben ser incesantes. Comprometámonos nuevamente a seguir los pasos de Jesús, el camino que lleva a la sanación, la justicia y el amor.